miércoles, febrero 08, 2012

 

Atando los cabos del hilo rojo del amor




En Occidente, el 14 de febrero es conmemorado como Día de los Enamorados en muchos países, y la figura simbólica del evento es Cupido, el travieso hijo de Venus que ensarta con sus flechas los corazones de aquéllos que se aman entre sí. Así, el Día de los Enamorados y todo el enamoramiento en sí se representa en Occidente con corazones atravesados con flechas.
Con la penetración cultural occidental, la tradición y el simbolismo del enamoramiento en la forma de corazones atravesados con flechas ha tomado campo en Taiwan. En la actualidad, todo lo relacionado con el compromiso y matrimonio en la isla se asemeja mucho a lo occidental, si bien bajo el sincretismo de la tradición china.
Sin embargo, existe una versión vernacular del enamoramiento y los detalles que le siguen y supuestamente, conducen al matrimonio y la conformación de un hogar feliz. Para empezar, para los chinos, el Día de los Enamorados no se celebra en febrero, sino en julio dentro del calendario lunar. En otras palabras, es una fiesta móvil dentro del calendario gregoriano.
Para ser preciso, los chinos celebran su Día de los Enamorados el séptimo día del séptimo mes lunar, conocido como Chihsi (七夕, Qixi) o la Noche del Siete. Sus orígenes se remontan a la leyenda de la Tejedora y el Vaquerillo, que narra el amor entre una princesa celestial y un humilde vaquero. Después de un matrimonio feliz, el Emperador de Jade, la suprema deidad del Panteón Taoísta, reclama a su hija y castiga el matrimonio con la separación. Sin embargo, finalmente se compadece de los jóvenes amantes y el séptimo día del séptimo mes del calendario lunar permite que se encuentren en un puente tendido por urracas sobre la Vía Láctea.
En vez de un pueril y travieso Cupido, la deidad que cuida a los enamorados en China es un anciano de semblante serio y con larga barba. Su nombre es Yueh-hsia lao-ren (月下老人) o Anciano bajo la Luna, que en realidad es una deidad del amor y el matrimonio. Su herramienta del amor no son flechas, sino hilos rojos en cuyos cabos va atando a los amantes.
En Taiwan, muchos templos veneran al Anciano bajo la Luna, pero existen algunos que son más concurridos debido a que aparentemente son más certeros a la hora de conceder el don del amor entre personas que se quieren.
Varios de estos templos destacan en Taipei, atrayendo diariamente una gran concurrencia de personas solteras que acuden para pedir que aparezca su otra media naranja; o personas casadas que piden la armonía y felicidad en sus hogares.
De estos templos, sobresalen tres por la gran concurrencia que acude a ellos. Dos de ellos están ubicados en los sectores más viejos de la ciudad, Dadaocheng y Manka. El otro se encuentra en un suburbio de la capital.
Desde los primeros días de Dadaocheng, el Templo Hsia-hai del Dios de la Ciudad (台北霞海城隍廟) ha sido el centro religioso más importante del área. Lo primero que impacta al visitante que llega por primera vez es lo pequeño de las instalaciones, seguido casi inmediatamente por la sorprendente cantidad de imágenes de dioses budistas, taoístas y confucianistas. Se estima que existen casi 600 deidades en ese diminuto recinto.


Pintura mural del Templo Hsia-hai del Dios de la Ciudad, ubicado en el antiguo sector de Dadaocheng, de la ciudad de Taipei.

El templo se encuentra casi oculto en medio de los edificios que lo rodean, pero siempre está lleno de fieles que llegan a venerar a su deidad favorita. Esencialmente, es un templo taoísta, pero dentro del entorno taiwanés, ha optado también por el sincretismo religioso.
Si bien su deidad principal es el Dios de la Ciudad (城隍爺), a quienes los fieles siempre rinden culto por ser la deidad que custodia la ciudad; sin embargo, hay dos deidades que son las favoritas de los creyentes que llegan al templo. Una de ellas es el Dios de la Fortuna (財神爺), cuya imagen dorada se encuentra en la entrada del templo. La otra deidad favorita es precisamente el Anciano bajo la Luna, que se encuentra al costado izquierdo en primera plano dentro del altar principal, sobre un pedestal con su designación en chino.
Diariamente, decenas de parejas acuden al templo a cumplir con los votos contraidos con el Anciano bajo la Luna la primera vez que llegaron ante su presencia para solicitar su ayuda. De acuerdo con estadísticas del Templo Hsia-hai del Dios de la Ciudad, sólo en 2010, un total de 6.566 parejas lograron conocerse y unirse en matrimonio.
Con tal porcentaje de éxito en el plano romántico, no resulta difícil conocer la razón del por qué tantas personas acuden a implorar la ayuda del Anciano bajo la Luna. Se dice que no hay enlace amoroso imposible para la deidad, siempre y cuando la persona que solicita su ayuda proceda de buena fe y completa determinación para amar y atender su pareja para el resto de su vida.

El conjunto básico: los detalles del solicitante y la descripción de la persona a quien uno ama escrito en papel rojo, la moneda de bronce y el hilo rojo que simboliza el matrimonio.


Quienes pretendan obtener la ayuda de la deidad para obrar mal o lograr un amor ilícito sin intenciones serias de cumplir con el fin matrimonial, recibirá un fuerte castigo en vida terrenal y su correspondiente maldición en la otra vida. Por esa razón, los fieles toman muy en serio la petición.
Si bien cualquier día es apto para pedir la ayuda del Anciano bajo la Luna, hay varios días del año que son más propicios para este propósito. Tales días son: el décimoquinto día del primer mes lunar; el 14 de febrero o Día de San Valentín; el séptimo día del séptimo mes o Día de los Enamorados en China; y el décimoquinto día del octavo mes lunar o Cumpleaños del Anciano bajo la Luna.
Existe un procedimiento concreto para el rito. Primero, uno debe preparar tres varas de incienso y dinero votivo. Los que llegan por primera vez, también deben traer consigo confites de la felicidad, una moneda antigua de cobre y un hilo rojo. Con el fin de facilitar el rito a los devotos, un puesto de servicio en el templo vende todos estos “ajuares”.
Después de encender el incienso, uno declara mentalmente el nombre completo; dirección; día, mes y año de nacimiento; el nombre de la persona que desea como pareja o en su defecto, qué tipo de pareja uno desea. Al terminar de hacer esta declaración, uno promete agradecer formalmente al Anciano bajo la Luna si se cumplen los deseos.
Al culminar el rito, uno come un pedazo del dulce o confite ofrecido en el altar, junto con un sorbo del “té de paz” que ofrece la deidad en la parte trasera del templo. Finalmente, uno toma la moneda de cobre, la ensarta con el hilo rojo y lo pasa tres veces en la dirección de las manecillas del reloj por encima del incensario mayor que se encuentra en la puerta del templo. Así, habrá concluido el rito de petición.
Cuando se haya cumplido la petición, uno debe retornar al templo para anunciar a la deidad cuándo será la boda, presentarle una invitación a la misma y anunciar el buena nueva a uno de los encargados del recinto. Al tener conocimiento de la buena nueva, le será entregado al creyente una pequeña bolsita de tela con la imagen bordada del Anciano bajo la Luna, donde deberá colocarse la moneda de bronce y el hilo rojo. La bolsita se guardará para siempre en un ropero o mueble de la casa, y surtirá su efecto mágico de mantener la armonía y felicidad de la pareja.
Otro sitio sagrado también famoso en Taipei es el Templo Lungshan (龍山寺), ubicado en el antiguo sector de Manka. Allí, en el costado izquierdo de la nave trasera del mismo hay una capilla dedicada al Anciano bajo la Luna.
El rito que se realiza allí para invocar la ayuda de la deidad de las parejas es similar al del templo anterior, sólo que los hilos rojos están amontonados en el altar. La diferencia es que aquí hay que pedir la aprobación previa del Anciano antes de proceder a presentar la petición. Esto se logra arrojando tres veces un par de medialunas o riñones suplicantes. Los mismos deben caer tres veces consecutivas en “sagrada combinación” (聖筊), o sea uno al derecho y el otro al revés.





El altar al Viejo debajo de la Luna, en el Templo de Lungshan, el sector de Manka de la ciudad de Taipei.











Aparentemente, el sitio es tan efectivo para tales peticiones como el Templo Hsia-hai, ya que se ve diariamente una gran cantidad de pasteles matrimoniales en la mesa de sacrificio frente a la deidad. El sitio siempre está lleno de fieles y cubierto en una permanente niebla causada por el humo del incienso. Se considera que es uno de los sitios más poderosos espiritualmente hablando en la ciudad.
Existe un relato sobre las habilidades reales del casamentero divino. Durante la dinastía Tang (618 – 907), un joven llamado Wei Ku caminaba de noche por el poblado de Sungcheng, cuando vio a un viejo leyendo un libro a la luz de la luna. Por curiosidad, Wei se acercó al anciano y le preguntó que hacía. El viejo le contestó: “Esto leyendo un libro sobre matrimonio que posee una lista de quién debe casarse con quién. En este bolso, llevo cordeles rojos para para atar los pies del futuro marido y su mujer”.
Wei Ku lo acompañó en su recorrido en búsqueda de las parejas de esa noche y al llegar al mercado del pueblo, vieron una mujer ciega cargando con una niña de tres años en sus manos. “Esta niña será tu esposa en el futuro”, le dijo el viejo a Wei, señalando a la pobre muchacha en manos de la ciega.
Mirando con desprecio a la inocente criatura, Wei quiso asegurarse de que eso nunca ocurriese, ordenó a un sirviente suyo que le diera una puñalada para matarla. Por piedad, el criado sólo le cortó la cara.
Catorce años después, el gobernador de Hsiangchou, Wang Tai, entregó en nupcias a su hija a Wei Ku. Ella era una doncella de belleza excepcional, pero tenía una cicatriz en la cara, debajo de la ceja. Wei le preguntó qué le ocurrió en la cara y ella le contestó que hace catorce años, un hombre quiso matarla con una puñalada en el mercado.
Por dentro, Wei lamentó amargamente su mal proceder y se percató que los deseos del Anciano bajo la Luna deben respetarse.
En el suburbio de Peitou, se encuentra el Templo Chaomingching (照明淨寺), conocido popularmente como Templo Chaoming (Zhaoming). La principal deidad acá no pertenece al taoísmo, sino al budismo. Se trata de la Avalokitesvara o Kuanyin de mil brazos, la Diosa de la Misericordia.
Acá, el rito es un tanto diferente. Primero, hay que llenar en un pedazo de papel y en una tablilla de peticiones, la petición formal del amor que uno desea. Seguidamente, se presenta uno frente a la estatua de Avalokitesvara para pedir su favor. Finalmente, se coloca en papel relleno con la petición en una caja especial para tales propósitos que está dentro de la capilla. La tablilla de madera se cuelga en el Pabellón de los Deseos. Por último, uno se lleva el hilo rojo bendecido a casa y lo coloca cuidadosamente bajo la almohada.
Si la motivación ha sido sincera y encaminada al bien, no pasará mucho tiempo para encontrarse con la persona amada. Hay que tener en cuenta que Kuanyin es una deidad todopoderosa, que tiene la facultad de penetrar en todos los umbrales divinos.
Según una descripción en el Templo Lungshan, la tradición folklórica taiwanesa indica que todos los años en el Chihsi o Día de los Enamorados, la Diosa de las Siete Estrellas (七星娘娘) recopila una lista de todos los varones y mujeres solteras en el mundo de los mortales y lo presenta en el Cielo. Allí, el Anciano bajo la Luna se encarga de preparar un libro de las parejas, donde las une de acuerdo con sus condiciones de carácter, interés, personalidad y comportamiento. Posteriormente, se encarga de atar con un hilo rojo invisible los pies del varón y la mujer que ha sido emparejada, convirtiéndolas en una pareja ideal.
Estas hermosas tradiciones se han transmitido a través del tiempo, y en pleno siglo XXI y rodeado de tantos avances científicos, el pueblo de Taiwan sigue honrando tales creencias que refuerzan su identidad étnico-cultural dentro un país pionero en la alta tecnología.

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Comments:
Estimado Profesor, es un placer leer estos blogs, siento que te estoy escuchando y disfrutando de tus maravillosas ensenanzas como lo haciamos en nuestros recorridos por Taiwan. Gracias por estar y acercarnos permanentemente tu cultura.
Sandra Caballero; Argentina
 
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