jueves, noviembre 29, 2012

 

El Augusto Emperador de Jade



Imagen del Augusto Emperador de Jade
que data de fines del siglo XIX e inicios
del siglo XX. Su cara y manos están
ennegrecidas por el hollín del incienso.

El Augusto Emperador de Jade (玉皇大帝) es considerado como la máxima deidad dentro del Panteón Taoísta. En la tradición china, es presentado como la suprema deidad que reina en una majestuosa corte celestial, donde se encuentran todos los dioses importantes.
        Esta concepción tiene sus orígenes en la burocracia del sistema imperial que reinó en China hasta la fundación de la República de China en 1912. El modelo de la organización de los seres divinos sigue esencialmente la orden social de los seres humanos en el territorio chino. Por esa razón, el Emperador de Jade se encuentra en la cúspide de la burocracia divina.
        En este sentido, a los emperadores se les denominaban como Tien-tzu, que significa “Hijo del Cielo”, o sea descendiente directo del Emperador de Jade y por ende, dotado de la autoridad divina para gobernar.
Según la tradición taoísta, el Emperador de Jade era el príncipe heredero del Reino de la Dicha Pura y de los Majestuosos Ornamentos y Luces Celestiales. Al nacer, emitió una luz maravillosa que iluminó todo el reino. Desde muy joven, demostró ser amable, inteligente y sabio; consagrando toda su niñez en ayudar a los necesitados, mostrando respeto y benevolencia tanto hacia los seres humanos como hacia las demás criaturas.
Tras la muerte de su padre ascendió al trono, asegurándose de que todos en su reino encontraran la paz y la satisfacción. Después de esto, comunicó a sus ministros que deseaba dedicarse a la búsqueda del Tao en el Acantilado Brillante y Fragante.
Después de 1.550 intentos a través de la meditación y auto-iluminación, cada uno de ellos con una duración de 120.976 años, logró la Inmortalidad Dorada. Después de otros cien millones de años de cultivo personal, se convirtió por fin en el Emperador de Jade. La cantidad de años es simplemente simbólica y adaptada a la estrecha mentalidad de los seres humanos. En realidad, nadie sabe a ciencia cierta cuántos fueron los años que necesitó para alcanzar su perfección divina.
Al Augusto Emperador del Jade se le conoce con varios otros nombres, que varían entre las etnias y regiones de China. Uno de los sinónimos más populares es Tien Kung, y es el nombre suyo de uso más común. Por ejemplo, cuando uno hace una exclamación de asombro, recurre al uso de Tien Kung.
Tien Kung, que traducido al español significa “Abuelo Celestial”, denota que es la suprema deidad del panteón taoísta, y gobierna sobre el cielo y la tierra del mismo modo que los emperadores terrenales gobernaron un día sobre China. El y su corte son parte de la burocracia celestial que, a imitación de aquella de la China antigua, gobierna sobre todos los aspectos de la vida humana.
Los fieles veneran y adoran al Augusto Emperador de Jade en el altar principal de los Templos Tien Kung (天公廟), donde en el nicho central se encuentra generalmente una gran tabla lujosamente ornamentada que anuncia la presencia de la deidad. Siendo la deidad central en la tradición esotérica del taoísmo; por esa razón, muchas personas llegan a estos templos para orar por la buena suerte y la bendición divina.

Dinero votivo con el semblante imaginario del Emperador de Jade.

        Durante el largo período imperial que vivió China, el Emperador de Jade fue venerado como el patrón de la familia imperial. Se conoce de esta devoción por lo menos a partir del siglo IX. Por esa razón, su imagen aparece con frecuencia en los templos oficiales.
        Hasta el día de hoy, la máxima deidad de los chinos ha sido Shangti o Supremo Emperador. Sin embargo, se considera que esta deidad es más trascendental que inmanente, desempeñando sus funciones celestiales a través de dioses menores. Se consideraba que Shangti estaba tan, pero tan lejos, que podía ser venerado directamente por los mortales comunes.
        La primera referencia de Shangti lo encontramos en inscripciones de huesos de oráculos de la dinastía Shang (en el segundo milenio antes de Cristo). En la clásica obra Libro de la Historia, se mencionan los sacrificios anuales que le presentaba el emperador Shun (siglo XXII a.C.), uno de los cinco emperadores legendarios que precedieron a la dinastía Hsia ( 2070 –1600 a.C., Xia).
        Durante la dinastía Shang (1600 –1046 a.C.), la élte gobernante de los Huahsia consideraban a Shangti como el máximo ser espiritual, capaz de controlar la victoria en una batalla, el resultado de las cosechas, las condiciones atmosféricas, así como la suerte del reino en sí.
        Shangti gobernaba sobre una jerarquía de dioses, controlando los fenómenos naturales y las ánimas de los fallecidos. Como no podía ser venerado por los mortales comunes, los reyes del período Shang se proclamaron descendientes directos de la deidad y por lo tanto, capaces de interceder ante Él. A su muerte, el alma de los reyes de Shang se reunía con Shangti en el Inframundo.
        Siendo un ser trascendental, se encontraba muy lejos de los seres humanos. En consecuencia, con el paso del tiempo, surgió el Emperador de Jade y su Corte Celestial, que reemplazó finalmente a Shangti, o mejor dicho se convirtió en su nuevo sinónimo. Esto ocurre particularmente dentro de la doctrina taoísta.
        Para los chinos, la noción de la existencia de Shangti permanece dentro de su interior metafísico, indistintamente de cuál religión sea creyente. Los taoístas lo reemplazan por el Emperador de Jade, pero no se oponen o niegan la existencia de Shangti. De hecho, uno de los nombres formales del Emperador de Jade es Yuhuang Shangti o sea “Supremo Emperador de Jade”.
 
Interior del Templo Fengtien, uno de los pocos
dedicados al Augusto Emperador de Jade
en la ciudad de Taipei.
        Existen muchas leyendas relacionadas con el Emperador de Jade, algunas de ellas de origen oscuro y poco conocido, mientras que otras han sido transmitidas y recordadas por todas las generaciones debido a festivales específicos en su honor.
        Una de las leyendas más populares es aquélla del Vaquero y la Tejedora, que narra de una hada que bajo a la Tierra y se enamoró de un humilde vaquero. El Emperador de Jade se sintió enfurecido por ese noviazgo furtivo entre una divinidad y un ser mortal, procediendo a castigarlos. Había que separar a un ser inmortal de su compañía con alguien mortal, debido a que existe una contradicción entre ellos. Sin embargo, al ver el sincero amor entre ambos, permitió que una vez al año, el séptimo día del séptimo mes lunar, la pareja pueda reunirse.
En esa noche, todas las urracas remontan vuelo alto y forman un puente que se une con la Vía Láctea, donde nuestro humilde vaquero cruza para verse con su amada. En China, ese día es el Día de los Enamorados. Existen varias versiones de la leyenda, pero todas tienen ese fin romántico.
Otra leyenda muy popular tiene que ver con los doce animales del Zodíaco Chino, donde la versión taoísta narra que el Emperador de Jade bajo a la Tierra y quiso ver cómo eran los animales, prometiendo que a los doce primeros en llegar, serían honrados como animal regente durante un año. Se dice que el gato, un tanto perezoso, le pidió a su buena amiga, la rata; que lo despertara cuando llegase el Emperador de Jade. Pero, ésta en vez de hacer, se escondió entre los cuernos del buey y fue la primera en llegar ante la deidad suprema. Cuando despertó el gato, se dio cuenta que había sido traicionado y ya habían pasado casi todos los animales. Por esa razón, desde ese día, el gato y la rata son enemigos a muerte.
Además de la miríada de leyendas y mitos relacionados con la deidad que encontramos en las diferentes regiones de China, el Emperador de Jade también se honra o recuerda en muchos ritos taoístas y de las religiones folklóricas.
        El cumpleaños del Emperador de Jade cae en el noveno día del primer mes del calendario lunar. Los templos taoístas en Taiwan y China continental suelen realizar un ritual denominado pai-Tien-Kung, que literalmente significa “adoración al Cielo”. En la ceremonia, los monjes taoístas y fieles se postran ante la imagen de la deidad, presentan diversos tipos de alimentos como ofrendas y queman incienso. 
        En las familias más tradicionales en Taiwan, se monta en la mañana del cumpleaños de la deidad una mesa-altar con tres capas: la de más arriba con seis tipos de verduras, fideos, frutas, pasteles, bolitas de arroz glutinoso dulce, arecas y faroles de papel. En las dos capas más abajo se colocan cinco tipos de platos hechos a base de carne (generalmente cerdo, pollo y pescado) y varias copas de licor. Estas dos capas son en honor de las otras deidades taoístas, que se encuentran bajo el mandato del Emperador de Jade.
        Una vez montada la mesa-altar, toda la familia se reúne bajo las órdenes de la persona de mayor edad, quien da la orden para que proceda a arrodillarse tres veces y hacer nueve kowtows o inclinaciones de la cabeza hasta tocar el piso. Este rito se realiza con el propósito de mostrar la obediencia de los fieles hacia el Emperador de Jade y para desearle longevidad.
        En el pasado, al llegar las once de la noche del noveno día del primer mes lunar, se rompía el ayuno y la abstinencia del Año Nuevo chino, procediendo a festejar con abundantes platos a base de carne. Sin embargo, influenciado por el budismo y la conciencia ecológica, la mayoría de los fukieneses y hakkas que habitan en Taiwan ha optado por una cena más liviana y sencilla. Es el honor indicado para el Emperador de Jade, quien siempre ha tenido hábitos vegetarianos.
        En la actualidad, se presentan ofrendas de caramelos, frutas y té de osmanto. En las ofrendas frutales, se prohibe el uso de la guayaba y el tomate (frutas ímpias, debido a que sus semillas pueden germinar después que hayan sido defecadas por el ser humano), así como la chirimoya o saramuyo (por su semejanza con la cabeza de Buda, por ende, un irrespeto hacia los budistas).


Imagen del Augusto Emperador de Jade,  
acompañado por los Emperadores del
Cielo, Tierra y Agua en un templo 
taoísta de la Ciudad de Taipei.

        Siendo la máxima deidad del Panteón Taoísta, el Emperador de Jade es la “autoridad” que rubrica el papel moneda de curso legal en las ceremonias religiosas. Por esta razón, su semblante aparece en la mayoría de los billetes de diferente denominación que se emiten para propósitos votivos. En muchos de ellos, incluso encontramos la firma “Yu Huang”, su nombre en chino.
        También es una de las pocas deidades del mundo que tiene permanentemente emisarios en el mundo de los mortales, que le informan periódicamente acerca del comportamiento de cada uno de los ciudadanos del mundo.
         Los funcionarios locales de la administración celestial son los Dioses de las Murallas y los Fosos, uno de ellos por cada pueblo. Bajo su mando están los Dioses de las Chimeneas (ahora más conocidos como Dioses de la Cocina), uno en cada familia. Estas deidades generan un interminable flujo de informes al Emperador de Jade sobre las personas que se encuentran bajo su jurisdicción. Ellos también tienen una multitud de asistentes, dioses que habitan en nuestro cuerpo, similares al concepto del ángel de la guarda.
        En el grado más bajo de las deidades dentro de la burocracia celestial se encuentran los Magistrados del Infierno, quienes se encargan de juzgar a las ánimas de los fallecidos, emitiendo una sentencia para castigar a los que hayan obrado mal o remitir al Cielo a quienes se hayan portado bien. Estos Magistrados también se encargan de administrar las diferentes cámaras de castigo del Inframundo, y suelen recorrer el mundo de los mortales para recoger informaciones acerca del comportamiento de los vivos. Todas estas deidades rinden informes de los resultados de sus observaciones al Emperador de Jade.

Fotos de Luis M. Chong L.

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