jueves, enero 22, 2009

 

Tsao Shen: Dios de la Cocina


Rodeado por niños, el Dios de la Cocina
tiene un semblante benévolo.


Desde la más remota antigüedad, muchos pueblos han creido y venerado deidades relacionadas con la cocina. En términos generales, tales deidades son consideradas como seres benevolentes, que ofrecen protección en contra de accidentes, incendios o envenamiento por alimento en la cocina; mantienen a los espíritus malignos, los aspectos negativos e influencias malignas fuera de la cocina; y bendicen todas las comidas que se preparen allí.
Hablando acerca de la cena del Año Nuevo chino, los rituales gastronómicos comienzan con varias semanas de anticipación, no sólo en los preparativos de los ingredientes y el menú a servirse en la mesa esa gran noche; sino también en algunas ceremonias de preparación.
Un postre que no puede faltar durante todas las festividades del Año Nuevo es el nien gao, una especie de pastel pegajoso hecho esencialmente de arroz glutinoso. Por homofonía, su consumo es una especie de deseo por posiciones cada vez más importante con el paso de los años.
Pero, aparte de la aspiración por el éxito, el nien gao también juega un papel esotérico entre los ritos folklóricos del pueblo. Varios días antes de la llegada del Año Nuevo chino, se debe realizar la ceremonia de despedida de Tsao shen o Dios de la Cocina, una divinidad taoísta cuya imagen está instalada en todos los hogares en la proximidad de la chimenea o cocina.
La ceremonia se realiza entre el 23 al 25 del duodécimo mes lunar, y denota el inicio formal de los preparativos para celebrar la fiesta más importante de la nación. En el pasado, ese día era también denominado como el “Año Nuevo menor”. El acto más importante de la ocasión es untarle un poco de nien gao en la boca del Dios de la Cocina, y proceder a despedirlo para que salga en su misión celestial.
Después de los ritos correspondientes, la imagen de papel de la deidad es arrancada y quemada, para que se eleve al Cielo y reporte de la situación familiar durante el año pasado al Emperador de Jade, máxima deidad del panteón taoísta. La untada del pegajoso pastel es para que sólo diga cosas dulces de la familia. En algunos lugares de China continental se usa maltosa para ese mismo propósito.
Desafortunadamente, esa práctica ha caído en desuso en las urbes modernas de Taiwan, donde las cocinas tradicionales que usaban leña han desaparecido y reemplazadas por modernas instalaciones con quemadores a gas o eléctricos. Son pocas las familias que aún colocan la imagen en papel de la deidad entre las inmaculadas paredes cubiertas de azulejos.
Según las creencias folklóricas chinas, en cada hogar vive un Dios de la Cocina, que está allí a partir de la víspera del Año Nuevo lunar del año pasado hasta el día de despedida, para proteger y supervisar a la familia.
Durante la noche del Año Nuevo menor, subirá al Cielo para comunicar las virtudes y maldades de la familia al Emperador de Jade, para que éste determine la suerte de la familia en el nuevo año.
Los sacrificios se realizarán cuando caiga la noche. Los familiares quemarán incienso con devoción ante el retrato de la deidad, quien dicta su suerte, colocado en un pequeño altar situado en la cocina y, después, le ofrecerán dulces y se untara simbólicamente su boca.
Seguidamente, los familiares lo despegarán y quemarán junto con forrajes y caballos hechos de papel, mientras rezan para que tenga un buen viaje al Cielo.
Según las tradiciones, los funcionarios lo hacen el día 23 del último mes del calendario lunar chino; mientras que las familias comunes lo hacen el día siguiente y los barqueros el día 25.
En la víspera del Año Nuevo o la Fiesta de Primavera, Tsao shen volverá con otros dioses, y la gente les ofrecerá actos de bienvenida. Así, comenzará de nuevo su sagrado deber de velar por el bienestar de la familia durante todo el año que acaba de empezar. De igual manera, anotará todas las cosas buenas y malas que ocurran en ese hogar.
Para evitar ofender al Dios de la Cocina, ya que se cree que tiene el poder de conceder salud, riqueza y prosperidad a la familia, todos los miembros de la familia procuran evitar cantar, llorar o besarse frente en la cocina, como una señal de respeto. También es prohibidísimo hacer algún juramento frente a su imagen. Cortar cebollas en la cocina es considerado como una falta de respeto a la deidad, y se prohibe.


El Dios de la Cocina y su consorte,
en un popular grabado en papel.



La historia del Dios de la Cocina nació de leyendas populares, siguiendo tradiciones budistas y taoístas. Existen varias versiones acerca del origen de esta singular deidad menor tan íntimamente relacionada con la vida familiar.
Una de ella, narra acerca de Chang Tan, un rico mercader que tenía una suntuosa casa y solía salir en viajes de negocio por otras provincias. Estaba casado con Ting Hsiang, una hermosa y elegante mujer de finos modales. La pareja vivía muy feliz y se amaban mucho, al extremo de haber jurado que estarían juntos hasta que la muerte los separase.
En cierta ocasión, Chang Tan se encontraba en otro pueblo atendiendo unas transacciones comerciales y se topó con una joven llamada Hai Tang. Su hermosura y juventud causó una impresión favorable al rico mercader. Conociendo que el hombre era una persona muy adinerada, Hai Tang aprovechó todas las oportunidades posibles para acercarse a Chang y hacerle insinuaciones amorosas. No tardó mucho en que el mercader cayese en la tentación, y poco después, contrajo segunda nupcias con la joven para tomarla como concubina.
Al retornar a casa, Hai Tang se sintió muy molesta al ver que la esposa oficial de Chang, Ting Hsiang era mucho más hermosa y elegante que ella. Para deshacerse de ella, Hai Tang comenzó a convencer a su hombre que se deshiciera de la esposa y la echase de casa.
Aturdido por los susurros amorosos de Hai Tang, un día decidió Chang Tan divorciarse de su esposa y echarla de casa. Llevándose los atuendos y las joyas que le había dado su madre, Ting Hsiang abandonó lo que hasta ese entonces había sido su hogar, hoy destruido por las triquiñuelas de una intrusa.
Pero, Ting Hsiang no sentía rencor hacia su ex marido, al contrario, en su alma le deseaba mucha felicidad a la pareja. Se fue a vivir en la antigua casa de sus padres y tan pronto se supo que se había divorciado, no faltaron los pretendientes que deseaban casarse con ella. Se había corrido la voz que era una mujer privilegiada y de buena suerte, y que su antiguo marido había logrado amasar tal riqueza gracias a la compañía de ella.
Posteriormente, ella se volvió a casar con un apuesto y rico joven, quien le ofreció todos sus bienes y la promesa de no abandonarla nunca. La nueva pareja vivía felizmente, y Ting Hsiang se consagró a cuidar de su nuevo hogar. Su marido no dejaba de admirarla y se desinteresó completamente de todas las otras mujeres del mundo.
Mientras tanto, Chang Tan y Hai Tang, libres y solos al fin, se divertían todos los días y gastaban el dinero en forma desenfrenada. Al cabo de dos años, comenzaron a aparecer las deudas y muy pronto, Chang Tan tuvo que vender sus propiedades y caer en la más absoluta pobreza. Al verlo en ese deprimente estado, Hai Tang lo abandonó y se casó con otro hombre de la localidad.
Chang Tan se convirtió en un mendigo y pedía limosna de casa en casa. Cierto día, llegó a la puerta de una familia muy rica, y se desmayó a consecuencia del frío y el hambre que cargaba. Al verlo allí tumbado, una sirvienta informó a la ama y le pidió permiso para darle socorro.
Ting Hsiang, que era la ama de la mansión, autorizó a la sirvienta y le indicó que junto con dos criados llevase al desdichado a la cocina de la casa. Allí, Chang Tan despertó y recibió una confortante comida caliente, que ya hace buen rato no había probado.
Al día siguiente, la dueña de casa quiso ver quién era ese pordiosero que había sido recibido ayer en su cocina. Ella deseaba saber cómo era y si era posible darle algún trabajo menor en casa para que estuviese deambulando por las calles.
Un criado anunció a Chang Tan que la dueña de la mansión venía verle, y éste observó a través una ventanilla quién era la ama de casa. Pero, para su sorpresa, era Ting Hsiang, la mujer que él mismo había echado de su casa hace unos años.
Sintió mucha vergüenza y quiso ocultarse. Finalmente se metió en un hoyo del fogón, donde las llamas estaban apagándose. Al entrar Ting Hsiang a la cocina, se sintió extraña al no ver a nadie. Preguntó al criado y éste le respondió también sorprendido que hace un rato estaba el mendigo con él. Sugirió que tal vez había ido al baño y que volvería pronto. La ama de casa dijo que se iba y ordenó al criado que mandase a llamarla cuando volviese el huésped.
Paso un rato, y el criado comenzó a sentir el olor a carne quemada. Cuál fue su susto al ver al pobre mendigo completamente calcinado dentro del fogón. Llamó inmediatamente a su patrona, quien al llegar a la cocina se sorprendió al ver a Chang Tan, su ex marido, muerto por asfixia en la cocina.
Se sintió muy triste y enojada por el hecho, en su interior, ella seguía sintiendo un afecto por este hombre de tan débil voluntad. Un par de años después, Ting Hsiang fallecía, a consecuencia de la depresión, dicen algunos.
Al comparecer ante el Emperador del Jade, la suprema deidad del Panteón Taoísta, éste consideró que Chang Tan era en esencia alguien bueno, ya que reconoció su falta. Le confirió una misión, que fue de cuidar de las cocinas en el mundo de los mortales, para evitar que otros desdichados tuviesen la misma suerte que tuvo.
Así, fue nombrado Dios de la Cocina, y a Ting Hsiang, la nombró como su “consorte”, y en muchos hogares, su imagen es colocada al lado del Dios de la Cocina.
También existen varias versiones más sobre el origen del Dios de la Cocina, y a través de los siglos, ha sido representados como los emperadores difuntos Huang y Yen, que se consideran antepasados del pueblo chino; o como una anciana, que se encarga de la comida; o alguien vestido de rojo que parece ser una bella mujer; e incluso existe la leyenda de un pobre que se casa con la hija del Emperador de Jade.
Tras realizar la despedida al Dios de la Cocina, la gente comienza a hacer preparativos para pasar la Fiesta de Primavera. A partir de entonces y hasta la víspera del Año Nuevo chino, se hará la limpieza de la casa. El polvo, conocido como chen en chino, tiene la misma pronunciación de "lo viejo", por eso la limpieza simboliza la destrucción de lo viejo para construir lo nuevo, en lo cual la gente pone sus mejores deseos para el nuevo año.

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