domingo, junio 29, 2008

 

Taiwan combatió el SARS con las deidades chinas

A mediados de marzo de 2003, comenzaron a reportarse la presencia de una extraña forma de fiebre que presentaba un cuadro clínico muy diferente a aquel de la gripe normal. Muy pronto, se anunciaron las primeras muertes causadas por esta extraña enfermedad, que posteriormente fue identificada como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, siglas en inglés).
Poco a poco la situación fue tornándose cada vez más seria y grave. El Hospital Hoping de la ciudad de Taipei fue declarado en cuarentena, y los noticieros de la televisión se concentraban casi exclusivamente en reportajes de nuevos casos, pasando imágenes de personas que desde la calle saludaban a lo alto, a las personas que se asomaban en las ventanas del hospital, dirigiendo un recuerdo a sus familiares ingresados y que no podían abandonar el hospital hasta una nueva orden...
Muy pronto, el SARS comenzó a causar pánico, creando un fuerte sentido de inseguridad e incertidumbre. La gente no se atrevía a tomar el metro, ni a visitar un hospital por temor a contraer la enfermedad. Todas las personas salían a la calle con mascarillas para supuestamente protegerse de la enfermedad. Y en todos los sitios públicos, tales como oficinas, escuelas, almacenes, etc., se impuso la imperiosa necesidad de tomarle la temperatura a todas las personas que entraban a dichos recintos.
La agonía que vivió Taiwan era indescriptible. Muchos extranjeros abandonaron apresuradamente el país, dejando sus trabajos. Para colmo de males, no siendo miembro de la Organización Mundial de la Salud, Taiwan no recibía información actualizada, ni sabía cómo enfrentar la epidemia.
Llegó un momento donde parecía que ni la alta tecnología, ni los avanzados conocimientos científicos podían detener el despiadado avance del mortal virus. En medio de la desesperación, la gente en Taiwan recurrió a sus tradicionales creencias religiosas en un intento por combatir la grave enfermedad.
Al desconocerse en el momento la causa real de la epidemia, ni una cura efectiva, la gente recurrió al uso de exorcismos y otras ceremonias religiosas tradicionales para expeler los malos espíritus, considerados como los causantes de tales males.
A mediado de mayo, el Templo Chingshan, ubicado en el sector de Wanhua de la ciudad de Taipei, organizó una procesión junto con otros 20 templos de la localidad para combatir la amenaza del SARS.
El templo ha sido famoso por su papel protagónico hace más de un siglo en la lucha contra la peste. La historia del templo se remonta al cuarto año del reinado del emperador Hsien-feng de la dinastía Ching (1854). En esos momentos, el norte de Taiwan estaba siendo azotada por una epidemia de peste. Un grupo de pescadores provenientes de Huian, Fukien, decidieron invitar a la deidad protectora de su pueblo para que viniese a Taiwan para ayudar a combatir la peste.

Ling-an Chun-wang o Señor de la Paz Espiritual, la deidad que ayudó a combatir el SARS en Taipei.

En ese año, los aldeanos trajeron una estatua del Ling-an chun-wang (Señor de la Paz Espiritual) o Rey de Chingshan para realizar una romería por las calles de Manka, el sector más próspero de la ciudad en ese entonces. Al pasar por la Calle Vieja (hoy conocida como Avenida Hsiyuan), el palanquín se volvió sumamente pasado y fue imposible seguir cargándolo.
Después de tirar las medialunas precatorias o bloques de adivinación, la deidad señaló que deseaba quedarse en ese lugar. Los presentes se postraron ante la estatua y prometieron construir un templo en su honor. En 1956, se comenzó a construir el templo en el sitio donde se encuentra actualmente en la Calle Kueiyang. Finalmente, el Templo Chingshan fue formalmente inaugurado en 1859.
Cabe destacar que el brote de peste en la ciudad desapareció totalmente poco después de la romería, razón por la cual los vecinos comenzaron a divulgar la versión del Rey de Chingshan como destructor de la peste.
Ahora que el SARS atacaba con toda su furia, e incluso el Hospital Jenchi, ubicado en el centro de Wanhua, había sido declarado en cuarentena por un brote de la mortal enfermedad dentro de sus salas; los pobladores del sector se acordaron de los dotes del Rey de Chingshan. Ellos habían escuchado acerca de sus milagrosas hazañas de boca de sus abuelos y padres, y había llegado el momento de acudir a pedir su ayuda.
Más de 100 automóviles participaron en la procesión, donde los encargados de los templos participantes rociaron las calles y callejones de Wanhua con agua bendita y repartieron galletas de paz entregadas por el Rey de Chingshan. Los vecinos recibieron las galletas y encendieron largas hileras de triquitraques con la esperanza de ahuyentar esta nueva epidemia del siglo XXI.
Cerca del Hospital Jenchi, personal del Templo Chingshan colocaron cinco banderas de mando de diferentes colores para solicitar que los Cinco Mariscales de Campo y sus tropas celestiales venidas de las cinco direcciones acudiesen a combatir la epidemia.
Los comerciantes de la Calle Huahsi, el sitio más concurrido por los visitantes locales y extranjeros que llegan al área de Wanhua, donaron un Bote del Rey de 12 metros de eslora, que fue cargado con dinero votivo y ofrendas, y llevado a un parque a orillas del río. Allí, monjes taoístas recitaron una serie de sutras y celebraron un ritual para impartir fuerza especial a la embarcación, que finalmente fue quemada y echada a las aguas.
"Nuestro Rey de Chingshan ha escuchado nuestras plegarias. Ved cómo se lleva el SARS en su nave. Pronto el brote epidémico estará bajo control”, comentó un vecino del lugar al ver alejarse la embarcación en medio de las llamas que la consumían.
Aparte del Rey de Chingshan, otra deidad que tradicionalmente ha estado identificada con los brotes de peste es Wang Yeh. Generalmente conocido como el Dios de la Pestilencia, la especialidad de Wang Yeh es alejar las epidemias.
A pesar de que en Taiwan, la tradición del culto hacia Wang Yeh es más fuerte en el sur de la isla, disminuyendo su culto a medida que uno se deplaza hacia el norte, los fieles en esos momentos difíciles acudieron a todos los remedios que tenían a su alcance.
Para demostrar su sinceridad, los devotos de Wang Yeh donaron una gran cantidad de dinero votivo para una ceremonia del Bote del Rey, que se realizó en la sureña ciudad de Tainan, siendo necesario contratar un camión que hizo varias decenas de viajes hacia el sitio donde estaba la embarcación.
En el día de su quema, varios miles de creyentes jalaron la embarcación para meterla en el agua, tras de haber encendido su preciosa carga. Una serie de amuletos y símbolos de despedida a los espíritus virulentos fueron colocados en el barco, que pronto fue consumido por las llamas. Al ver cómo el fuego terminaba con todas sus ofrendas, el pueblo se sintió grandemente aliviado; esperanzado en que WangYeh se haya llevado consigo el mortal flagelo que ha mantenido al pueblo en zozobra.
Aparte del popular Wang Yeh, otras deidades relacionadas con la salud y la medicina, tales como Pao-Sheng Ta-ti y Shen-nung Ta-ti, fueron invocados para que acudiese en ayuda de los afligidos mortales en la otrora Isla Hermosa.
El Templo Paoan, ubicado en Talungtung, dentro del área vieja de la ciudad de Taipei, alberga a Pao-Sheng Ta-ti, nombre de la deidad protectora de la salud, cuya traducción literal al castellano es "Gran Emperador que Preserva la Vida".

El Templo Paoan de la ciudad de Taipei fue uno de los principales sitios donde fueron los ciudadanos de la ciudad capital a implorar por protección contra el SARS.

Durante el brote del SARS, los ciudadanos acudieron al Templo Paoan para hacer ofrendas de cerdo y huevos de pato. El cerdo es considerado un animal expiatorio, que se encarga de sufrir en nombre de su amo; mientras que los huevos de pato representan la supresión del mal.
Durante milenios, Pao-Sheng Ta-ti ha realizado milagros en múltiples ocasiones para salvar al pueblo de grandes epidemias. En media de una emergencia nacional, era sencillamente natural que la población acudiese de nuevo a su venerado salvador.
Ante el súbito aumento de fieles que visitaban el templo, los encargados del mismo tuvieron que trabajar hasta altas horas de la noche para atender las visitas. Esto era una señal de cuánto pánico había surgido en medio de la población local.
A partir del 28 de abril, el Templo Paoan realizó una ceremonia de tres días para orar por el bienestar, de modo que los enfermos pudiesen recuperarse pronto y aquéllos que no habían sido infectados pudiesen evitar la calamidad. Se imploró a Pao-Sheng Ta-ti para que tuviese misericordia y sacase a Taiwan de la crisis muy pronto.
Por otro lado, el Templo Hsienchang, en el suburbio de Sanchung, en el distrito de Taipei, realizó una ceremonia para orar por el bienestar y terminar con el mal de la pestilencia. La misma se llevó a cabo el día 25 del cuarto mes del calendario lunar, que es el natalicio de Shen-nung Ta-ti, el legendario emperador que echó los cimientos para la medicina herbolaria china.
Otros templos del norte de la isla prepararon bebidas consagradas que contenían hojas de mora, pino y otras hierbas para entregarlas a los fieles como antídoto para combatir el SARS. En algunos templos del norte de Taiwan también se instalaron imágenes de Wang Yeh para hacerle ofrendas por primera vez desde que éstos fueron fundados.
Durante muchas décadas, Taiwan no sufrió de ningún brote epidémico serio, y la gente de acostumbró a la vida normal. A pesar que el mundo se encuentra a diario envuelto en guerras, violencia, catástrofes naturales, hambruna y otras calamidades, el ciudadano de Taiwan concebía que todo aquello le era ajeno. Hasta que el SARS lo despertó de su estado de fantasía y tuvo que hacer frente a esa triste realidad.
Frente a una plaga, un problema social, un peligro que amenazaba a todos, como lo fue el brote del SARS, todas las sectar religiosas y templos en Taiwan entraron en acción. Es probable que sus súplicas fueron escuchadas por las respectivas deidades patronas de cada uno de los poblados donde se realizaron ceremonias y rezos comunitarios, ya que a finales de junio, la pesadilla del SARS llegó a su fin. A pesar de encontrarnos en una era de tecnología avanzada en los albores del siglo XXI, la gente sigue teniendo más confianza y goza de mayor comodidad al implorar a los dioses para combatir epidemias como el SARS. Esto tal vez refleja que la civilización moderna tiene también su lado débil.

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