miércoles, diciembre 01, 2010

 

El arte de techo de los templos en China


Un vistoso y colorido dragón hecho con la técnica del chien-nien decora el
techo de un templo taiwanés.



Una pregunta que generalmente me hacen mis amigos extranjeros cuando están en Taiwan es: ¿Qué religión se practica en la isla? La interrogante suele desencadenar una serie de explicaciones, especialmente si nos encontramos en las cercanías de un templo chino.
Respondiendo a la pregunta misma, debo decirle a mi interlocutor que en la actualidad, tanto en Taiwan como en China continental, la mayoría de las personas practican un sincretismo religioso que combina el budismo, confucianismo y taoísmo.
Casi de inmediato, surgen otras preguntas complementarias, tales como cuál es la diferencia entre cada una de las religiones mencionadas y cómo diferenciar los templos de cada una de ellas.
Refiriéndome a los templos, suelo explicar que los templos confucianistas son escasos y siempre tienen sus portones cerrados, habiendo que entrar por una pequeña puerta lateral. La razón es sencilla: Confucio nunca quiso que erigieran templos a su memoria; en vez, dijo que prefería que la gente hiciera más escuelas.
Nos quedan los templos budistas y taoístas. Si bien el sincretismo religioso en Taiwan permite ahora la introducción de imágenes y ritos del uno en el otro, existen ciertas características exteriores que fácilmente identifican la religión específica de un determinado centro de fe.
La forma más fácil de discernir entre estos dos tipos de templos es ver el techo de las edificaciones. Los templos budistas tienen generalmente un techo más sencillo y sin muchos adornos. En cambio, los techos de los templos taoístas son muy elaborados y contienen muchas figuras de dioses y animales mitológicos, así como diversas representaciones alegóricas tridimensionales.
El colorido y festivo arreglo en cada techo taoísta constituye un microcosmos de las creencias y tradiciones religiosas del pueblo chino, presentando una riqueza de simbolismos que resume la esencia de la idiosincracia de esta milenaria cultura.
Aparte del uso de figurillas de cerámica o porcelana, y tejas; el otro género artístico que se emplea para adornar el techo de un templo taoísta es el chien-nien (jian-nian) o técnica de recorte y pegado. Este tradicional arte semeja una especie de mosaico tridimensional, donde el artista recorta trozos de cerámica o vidrio colorido y los coloca en una forma hecha de argamasa que finalmente resultará en una atractiva figura alegórica.
En el sector de Shetzu, una zona de la ciudad de Taipei situada a orillas del río, encontramos al maestro artesano Pan Kun-ti encaramado a una altura de ocho metros en el techo del Templo Shefu. En medio del intenso calor de una tarde de verano, Pan está decorando el alero de este templo taoísta de más de 40 años de existencia, dedicado al Dios de la Tierra.


Pan Kun-ti, artesano de 56 años de edad, sube el andamio del Templo Shefu, en la ciudad de Taipei, para decorar su techo con creaciones en chien-nien, el tradicional arte de recorte y pegado para crear un mosaico tridimensional.

Se encuentra en la parte más difícil de su faena, recortando trozos de cerámica colorida en la forma deseada para luego colocarlos en la superficie de un dragón hecho de argamasa. El artista de 56 años de edad tiene que pensar rápido, evaluar visualmente la forma y el tamaño deseado de la pieza que cortará, y colocarla antes de que termine de fraguar la mezcla de la figura que está creando.
Para lograr eso, Pan se basa en su experiencia y su extraordinaria habilidad. Diariamente, trabaja unas siete horas bajo un sol agobiante. Con el pasar de los días, van apareciendo una elaborada serie de aves, flores, bestias mitológicas y personajes legendarios.
Tomando un breve descanso para beber un par de tazas de té, Pan comenta: “Crear piezas de chien-nien es un trabajo exigente. Aparte de largas horas de trabajo en el taller, hay que fatigarse en el techo bajo el calor del verano o el frío del invierno”.
El artista ha estado en el oficio por más de 40 años y es ampliamente reconocido en Taiwan, pudiéndose encontrar sus creaciones en muchos templos de la isla. El oficio del chien-nien se encuentra el peligro de desaparecer, debido a lo arduo del mismo, lo costoso que resultan las obras y el poco interés que despierta en las nuevas generaciones.
Tal vez esa haya sido una de la razones por la cual el Templo Pao-an (Baoan), ubicado en el área de Dalongdong de Taipei, recibiera en 2003 el Premio de Asia y el Pacífico para Conservación de la Herencia Cultural de la UNESCO. El templo de 204 años de edad había sido recién restaurado por un equipo dirigido por Pan.
Wang Ching-tai, profesor de la Universidad Nacional de las Artes de Taiwan, considera que el arte de recortar y pegar está convirtiéndose en un género que tiende a desaparecer debido a la ignorancia por parte del Gobierno y los irrazonables reglamentos que rigen en los proyectos de restauración de sitios históricos.
Según la Ley de Preservación de la Herencia Cultural, la restauración de sitios históricos exige un estudio evaluativo, la presentación de un diseño y un estimado inicial de los costos. Posteriormente, se abre a concurso a los contratistas para poder calificar por la adjudicación de fondos gubernamentales.
En el proceso, los arquitectos e ingenieros modernos con ostentosos títulos académicos tienen la delantera; mientras que los artesanos tradicionales son generalmente ignorados o incluso descalificados en la licitación. El resultado final es un multimillonario contrato para los primeros, que luego buscan los servicios de un contratista general, que a su vez subcontrata a los verdaderos artesanos que harán el trabajo de restauración con un salario sumamente bajo.
“Como resultado, se usan materiales y métodos más baratos y que requieran menos mano de obra, y se contratan artesanos de segunda clase para que hagan el trabajo”, se lamenta Wang. Obras de calidad muy pobre surgen de tales prácticas, donde se usan cerámica barata o piezas premoldeadas en vez de hacer un collage al estilo tradicional. Incluso, se prefabrican partes de las figuras, como las cabezas de dragón o fénix, usando materiales no convencionales como el plástico.


Las composiciones en chien-nien constituyen un microcosmos de las creencias y tradiciones religiosas del pueblo chino. Aquí, un retablo de El Romance de Tres Reinos.


Las coloridas piezas recortadas se pegan en una argamasa hecha con arroz glutinoso y cal, que puede permanecer intacta ante la interperie por más de 30 años. Las obras de chien-nien hechas con métodos más baratos, suelen desabaratarse muy fácilmente. Particularmente si se usa concreto en vez de argamasa, ya que éste suele resquebrajarse ante las inclemencias del tiempo.
Afortunadamente, el Consejo para los Asuntos Culturales está realizando una serie de foros para solicitar las opiniones de cómo enmendar la ley para impulsar la conservación y proteger la continuidad de las artesanías tradicionales.
Un estudio realizado en 2004 reveló que sólo 37 artesanos de chien-nien se encuentran registrados en Taiwan, y la pregunta es: ¿cuántos de ellos quedarán para fines del próximo año? Se espera llevar a cabo un censo nacional de los artesanos en el país en 2010, cubriendo todas las formas artísticas tradicionales.
Pero, por ahora, a Pan le preocupa el impacto que podría tener la recesión económica mundial sobre los fondos que se puedan destinar a la restauración de templos antiguos. “Cada vez hay menos donaciones a los templos. Consecuentemente, se han lanzado muy pocos proyectos de restauración o mantenimiento de templos en los últimos años”, se lamenta el maestro artesano.
El Chien-nien se originó en Chaochow (Chaozhou), en la sureña provincia de Kuangtung (Guangdong), China continental, durante el período Wanli (1572 - 1620) de la dinastía Ming. La zona es famosa por su industria ceramista; en consecuencia, siempre hubo abundancia de piezas rotas de cerámica para ser usadas en dicho arte.
Los inmigrantes que llegaron a Taiwan, trajeron consigo este género artístico y lo desarrollaron agregando un estilo local para satisfacer las necesidades en la isla.
Las obras de maestros contemporáneos, tales como Pan Kun-ti, no sólo dan continuidad a este importante acervo cultural, sino que serán recordadas y apreciadas por mucho tiempo.

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Un rugido para calmar los vientos


León del Viento con un pincel y un sello en sus manos. Es el protector de los académicos e intelectuales de la isla.

En un folleto publicitario sobre Quemoy he encontrado una interesante introducción que presume que esa pequeña isla no posee selvas ni reservas de animales de caza, pero es hogar de cientos de leones. Esa afirmación despierta mi curiosidad. Continuando la lectura, el artículo asegura que no será difícil encontrarlos ya que se encuentran en las intersecciones de caminos, frente a las aldeas o inclusive encaramados en los techos de casa.
Pero, a continuación dice que no hay que temer, ya que estos leones no rugen, ni se alimentan de seres humanos. Toda esa descripción me deja perplejo. Pero, cuando veo una foto en la publicación se me aclara el misterio. En realidad, se trata de leones de piedra, conocidos como Dios León del Viento, que supuestamente protegen a la isla que se encuentra en el Estrecho de Taiwan, a unos dos kilómetros de distancia de China continental.
Conocido también como Kinmen, Quemoy es un pequeño archipiélago administrado por la República de China como un distrito que pertenece Fukien (Fujian), provincia cuya mayor parte de su territorio se encuentra bajo poder de China continental. Aparte de Quemoy la Grande, la isla principal; integran el archipiélago Quemoy la Pequeña, Wuchiou y otros islotes más pequeños.
Según los registros históricos, Quemoy era originalmente una isla llena de verdes bosques. Sin embargo, cuando llegaron los primeros inmigrantes hace varios siglos, los bosques fueron destruidos para ser desarrollados en tierras de cultivo. Por otro lado, la turbulenta historia de rebeliones y saqueos que ha tenido terminó por deforestar virtualmente todo su territorio.


Una máquina para adivinar la suerte en Quemoy, donde el León del Viento ha reemplazado a la sabia Hada que usualmente entrega el mensaje del oráculo.


Desprovista de la protección de los bosques, la isla se encuentra a merced de los vientos durante los meses de invierno. Los fuertes vientos levantan la tierra y acumulan dunas, que finalmente crean devastadoras tormentas de arena.
Para protegerse de esos vientos inclementes, los pobladores de Quemoy erigieron estatuas de piedra en forma de león. Denominados en chino como Fengshihyeh, que significa Señor León de los Vientos, se cree generalmente que ha evolucionado del Espíritu del León, que tiene los poderes de evitar el mal y traer buena fortuna. También se asume que esta deidad menor comparte un mismo origen con las estatuas de león que encontramos en la entrada de templos y algunos edificios. Existe una gran similitud en su forma.
Tradicionalmente, existe la creencia popular de que el rugido del león detiene los vientos y ahuyenta los malos espíritus. En consecuencia, no debemos extrañarnos que se hayan erigido tantos leones de piedra en ese pequeño archipiélago.
Tales estatuas vienen en una variedad de formas y estilos, dependiendo de su propósito. Las mismas ofrecen nos ofrecen un vistazo a las costumbres y creencias folklóricas de sus habitantes. Todos los años, los residentes de Quemoy realizan una ceremonia de adoración al Fengshihyeh en los templos de la isla, constituyéndose en una creencia legendaria muy especial y particular del lugar.


Colorido León del Viento que sirve como fuente de agua en un pequeño estanque, cumpliendo la doble misión de apaciguar los vientos y combatir la sequía.

Su diseño es también muy especial. Por lo general, es una figura parada con el cuerpo bastante parecido al ser humano y cabeza de león. Su apariencia puede variar desde un semblante juguetón a una feroz expresión de aterradora furia. También suele poseer exagerados órganos sexuales, y la gente local incluso coloca capas de tela sobre sus hombros, al estilo de los superhéroes de las tiras cómicas.
La mayoría de los Fengshihyeh están tallados en granito, un tipo de roca ígnea muy común en Quemoy. Su expresión facial se caracteriza por tener grandes ojos, nariz muy ancha y una gran boca. Según la tradición, la gran boca traga todos los vientos y ayuda a los aldeanos a bloquear los vientos.
En sus manos puede llevar un arma, un pincel u otro objeto, dependiendo de cuál sea su función principal, como señalamos anteriormente. Algunos de ellos tienen una botella de calabaza, que simboliza la virilidad. Se dice que si una mujer desea tener un niño, debe tocar la calabaza.
Seleccionar al león como deidad protectora de Quemoy podría soñar extraño para muchas personas, ya que nunca hubo leones en la isla, ni siquiera en todo el territorio de China. Sin embargo, desde antaño, los chinos siempre han considerado al león como un animal auspicioso y protector. Así, esa singular deidad antropomorfa ha protegido muchas generaciones de ciudadanos de la isla.
Resulta algo común encontrar un pequeño inciensario al pie de las estatuas del León del Viento, junto con ofrendas de arroz glutinoso o pastelillos hervidos. Con ese sencillo gesto, la gente trata de rendir tributo y manifestar su gratitud a la deidad.
Como se menciona, estos leones de piedra portan diferentes objetos en sus manos. Debido a que Quemoy ha sido un frente de batalla por muchos años, algunas de estas estatuas sostienen una espada o bandera militar entre sus manos. Esto simboliza que el Fengshihyeh está siempre listo para defender a su pueblo. Muchos soldados que prestan servicio en la isla colocan capas al estilo militar sobre estos leones de porte castrense, implorando su protección durante el tiempo que han sido asignados a Quemoy.
En contraste, encontraremos algunos leones de piedra sosteniendo un pincel de caligrafía en sus manos. Se cree que el pincel ha sido otorgado por Wenchang Tati, el dios taoísta de los letrados, para proteger a los estudiantes y traer suerte a quienes tienen que hacer algún examen en la escuela. Muchos padres acuden a colocarle incienso y otras ofrendas para que bendiga a sus hijos.


Una interesante colección de diferentes formas del León del Viento sosteniendo diferentes amuletos y objetos de buena suerte.

Sin embargo, el León del Viento no sólo ha servido para proteger a los aldeanos de los fuertes vientos y traer bendiciones a las personas, sino que existen numerosos ejemplos de cómo ha sido colocado para combatir males endémicos o influencias negativas en ciertas aldeas de Quemoy.
Según una tradición local, la aldea de Liu Chuo (呂厝村) se vio terriblemente afectada por la presencia de la Tumba de Chen Jhen (陳禎), un funcionario de la dinastía Ming (1368-1644), que fue construida en 1526. Posteriormente, los aldeanos decidieron erigir un Señor León del Viento de piedra a la entrada del poblado. De esta manera, volvió la tranquilidad a la aldea.
Otro caso notorio es la aldea de Tientun (田墩村), donde se erigió un Señor León del Viento de piedra para contrarrestar el efecto negativo que ejercía sobre el poblado un templo construido exactamente al frente de la entrada del mismo.
Nadie conoce a ciencia cierta cuándo apareció la primera estatua de Fengshihyeh en Quemoy, pero toda la gente local asegura que la deidad ha protegido a gente de todas las profesiones durante muchas generaciones.
El Dios León del Viento podría ser una estatua de piedra inerte y muda, pero si el visitante escucha con mucho detenimiento, logrará oir cómo el sonido del mar y el viento se combinan para crear el fuerte rugido de un gran felino.

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