miércoles, octubre 17, 2007

 

Tradiciones religiosas del Tíbet


Durante siglos, el Tíbet ha estado oculto detrás de un velo de misterio debido a su remota localidad en un amplio altiplano rodeado por las escarpadas cordilleras de los Montes Himalaya y Kunlun.
Aislado en su hogar de tierras altas a 3.000 metros sobre el nivel del mar, el pueblo tibetano ha desarrollado su propio lenguaje oral, escritura y coloridas costumbres desde tiempos remotos.
Pero en las décadas recientes, el Tíbet ha saltado a la atención internacional como resultado de los viajes del Dalai Lama para promover los derechos humanos y la hermandad entre todas las sociedades.
En vista de los trascendentales viajes del líder espiritual tibetano, la gente en los otros países del mundo ha desarrollado una fascinación por la profunda religión y la magnífica expresión artística de su tierra natal.
El budismo fue introducido en el Tíbet por primera vez en el siglo VI. En un gesto para mantener buenas relaciones, la corte imperial china durante la dinastía Tang (618-917) envió a la princesa Wen-cheng al Tíbet como esposa del rey tibetano. Como la princesa era una devota budista, ella llevó consigo sus escrituras religiosas. Las escrituras sagradas fueron posteriormente traducidas al tibetano, lo que ayudó a que los estudios budistas echasen raíces allí.
La escuela Vjarayana del budismo, conocida también como la secta del Vehículo del Diamante, se desarrolló en India en el siglo IX. Posteriormente, esta forma de budismo se expandió al Tíbet donde se convirtió en una mezcla del hinduismo y los elementos folklóricos tibetanos. Hoy, la secta religiosa generalizada es conocida como budismo tibetano.
El budismo tibetano hace énfasis en las prácticas tántricas y las enseñanzas de Buda. Antes de que un monje tibetano pueda convertirse en un maestro calificado, él debe pasar por un entrenamiento y rígidas pruebas. El debe estudiar las enseñanzas budistas durante 18 años y seguir los detallados preceptos que gobiernan las rutinas diarias de los monjes por otros seis años.
El budismo tibetano no solamente involucra la adoración de una variedad de deidades, sino que también requiere de una dedicación a la celebración de complejos rituales que encierran una amplia gama de disciplinas. En todo el mundo, posiblemente no existe otra religión que sea devota a tantas deidades y use un tal caleidoscopio de objetos rituales como el budismo tibetano.
Entre los objetos rituales que generalmente se usa en el culto del budismo tibetano podemos encontrar los vajras, conocidos también como bastones de diamante, y campanas vajras. Los lamas generalmente sostienen en sus manos estos dos tipos de objetos cuando cantan los mantras budistas.
En los templos lamaístas, también es frecuente encontrar una pequeña estructura en forma de torre que sirve como repositorio de las reliquias sagradas de lamas fallecidos. Este objeto ceremonial es generalmente llevado por un monje budista durante las procesiones para que sirva de amuleto con el fin de ahuyentar los malos espíritus.
En la cultura tibetana, los rosarios están confeccionados de piedras hermosas y finamente pulidas, y se usan tanto como ornamento de uso diario como para recitar las escrituras. Los tibetanos valoran esas piedras coloridas, ya que son naturales. Las piedras se usan típicamente como un talismán que protege a su dueño.
Los tibetanos honran los huesos de monjes venerables, y con frecuencia los usan para hacer objetos sagrados para propósitos ceremoniales. Los rosarios hechos con tales huesos son indispensables para ejecutar rituales tántricos. Los rosarios de hueso deben ser llevados en cinco diferentes partes del cuerpo del devoto: la cabeza, las orejas, el cuello, los brazos y la cintura.
Esas cinco áreas son importantes debido a que cada una simboliza el ciclo de la reencarnación y la iluminación budista. También existen reglas que regulan el número de cuentas en cada rosario. En el arte tibetano, el thangka es el objeto más conocido. El término se refiere a los rollos tibetanos donde se pintan los iconos budistas.
El origen de las pinturas thangka se remonta al siglo XII. Según los entendidos en la materia, las mismas se popularizaron entre los monjes tibetanos debido a que eran convenientes para llevarlas durante las misiones para promover el budismo en tierras lejanas. Por lo general, un thangka se dibuja sobre papel de seda. Sin embargo, aquellos tejidos en la forma de brocados, bordados, tapetes o encajes son considerados los más valiosos.
El budismo que se practica hoy día en el Tíbet mantiene estrictas reglas para la creación de las pinturas thangka. Cada icono en esas pinturas tiene un tamaño, situación y color adecuados. Muchas veces, al artista varios meses para completar una meticulosa obra de gran tamaño.
Pero las pinturas thangka enfocan más que simples iconos budistas. Esas obras de arte muestran con frecuencia imágenes asociadas con la historia, medicina, astronomía y las costumbres diarias tibetanas. Las pinturas thangka han tenido una profunda influencia sobre toda la sociedad tibetana. Desde los lamas de alta jerarquía hasta las personas famosas y la gente común, cada tibetano posee una para propósitos religiosos, conmemorativos o de otra índole.
En cuanto a la comida tibetana, en la sociedad del altiplano se usa con frecuencia un tipo especial de mantequilla hecha con la leche del yak o buey almizclero. Una bebida popular en la meseta del Tíbet es un té que usa este tipo de mantequilla.
Para eso, los se dispone de una mantequera tibetana usada para hacer este tipo de té especial. Primero, los tibetanos cuecen un ladrillo de hojas de té hasta lograr cierta consistencia y luego vierten la sustancia en la mantequera de madera. Como paso final, se añaden los otros ingredientes y se bate firmemente la mezcla con una larga barra de madera.
La cebada es el cultivo más importante en el Tíbet. Después de secarla al sol, se fríe, se muele en polvo y se le agrega mantequilla para hacer tsampa, la comida principal de los tibetanos. Los tibetanos también usan la cebada para hacer un vino agridulce. La bebida, con un 15% de contenido alcohólico, juega un papel importante en los festivales y ceremonias religiosas tibetanas.

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Leyendas sobre los Dioses de la Puerta

Los visitantes que llegan a los templos chinos son recibidos en la entrada por gigantescas figuras del folklore chino pintadas en las puertas.
A primera vista, los llamados dioses chinos de la puerta se parecen a los ángeles de la guarda pintados en las paredes de las catedrales que muestran historias del cristianismo. Sin embargo, mirando de cerca se observa que las deidades de los templos no tienen los ojos serenos ni la mirada de compasión de los santos occidentales.
Los dioses de la puerta de los templos miran con ojos temibles y blanden espadas o hachas en actitud de ataque. Y existe una buena razón por esta pose amenazadora. Según el folklore chino, las figuras intimidantes protegen los predios del templo al ahuyentar a los malos espíritus.
Los dioses de la puerta han sido un adorno popular en los templos chinos desde tiempos remotos. Incluso así, si se le pregunta a un ciudadano taiwanés acerca de ellos, la respuesta reflejará lo sorprendentemente poco que conoce sobre las historias de estas imágenes tradicionales, por más familiares que parezcan.
Muchas personas no tienen idea acerca del origen de los dioses de la puerta. El tema de los dioses chinos de la puerta es complejo e interesante. La veneración hacia los dioses de la puerta en la sociedad china tiene sus raíces en el concepto prehistórico del panteísmo. El hombre primitivo creía que cada lugar y entidad -cada camino, cerro, ventana y entrada- tenía una deidad gobernante. Hay que hacer sacrificios a estos dioses durante ciertos momentos específicos del año para implorar por sus favores.
La popularización de los dioses de la puerta también tiene que ver con el temor del pueblo chino de antes hacia los fantasmas. Se creía que las enfermedades y otras desdichas eran obra de los fantasmas. Pero se pensaba que una mera puerta no era suficiente para mantener fuera a los espíritus, y se colocaron imágenes de deidades protectoras en las entradas para asegurar la paz espiritual.
Los dioses de la puerta en los primeros días eran dibujados en planchas hechas de madera del melocotonero. La razón de ésto se remonta a la historia de Shen Su y Yu Lu, dos "cazadores de fantasmas" chinos de los tiempos prehistóricos.
Según la leyenda, Shen Su y Yu Lu capturaron una banda de fantasmas malignos bajo un melocotonero en el Monte Tushuo. Los dos hermanos enjuiciaron a los fantasmas y descubrieron que eran culpables de hacer daños a los humanos. Como castigo, los espíritus del mal fueron arrojados a un tigre hambriento.
Al enterarse de este heroíco gesto, el legendario emperador Huang Ti decretó que el semblante de Shen Su y Yu Lu debería ser dibujado en planchas de madera de melocotonero y colocado en las entradas para alejar a los espíritus malévolos. Desde entonces, los chinos adoptaron la costumbre de colocar imágenes frescas de los dioses de la puerta durante el Año Nuevo Lunar.
La leyenda de los dos heroícos hermanos ha sido registrada en el libro de la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.) Feng Su Tung Yi ("Sobre las costumbres folclóricas"), escrito por Ying Shao. Esto demuestra que para ese período Shen Su y Yu Lu ya habían sido deificados.
Pero, tal vez los dioses de la puerta más conocidos en la sociedad china son Chin Chiung y Yu-Chih Kung, dos guerreros que ayudaron al emperador Tai-tsung de la dinastía Tang (618-907) a construir su imperio.
Según Viaje a Occidente, una novela de la dinastía Ming (1368- 1644) escrita por Wu Cheng-en, el Emperador había asesinado a muchas personas para llegar al trono. Entre sus víctimas estaban sus propios hermanos. Atormentado por un sentimiento de culpa, el Emperador comenzó a escuchar aullidos y gemidos horripilantes de fantasmas fuera de la recámara de su palacio por la noche. No pudo dormir.
Pero cuando los dos generales, Chin y Yu-Chih, se presentaron como voluntarios para hacer guardia afuera de la entrada del palacio, cesaron los ruidos extraños y el Emperador ya no se sintió embrujado. Preocupado de que los diligentes oficiales pudieran quedarse dormidos durante su larga guardia, el Emperador ordenó que se colgaran retratos de ellos en la entrada. Las pinturas actuaron de la misma forma que los centinelas reales.
Hasta el día de hoy, los retratos de Chin y Yu-Chih pueden ser vistos en las puertas de los templos dedicados a deidades taoístas. Chin es representando generalmente como un guerrero más joven y de buen semblante; Yu-Chih tiene típicamente una cara oscura y larga barba.
En los tiempos de antes, solamente las familias chinas ricas y poderosas podían darse el lujo de contratar artistas para pintar las deidades en sus puertas. Sin embargo, la gente común no podía quedar sin protección. Los campesinos improvisaron colocando una escoba de color claro y un pedazo de carbón negro fuera de sus puertas para representar a Chin y Yu-Chih, respectivamente.
No fue sino hasta el advenimiento de la imprenta en bloques de madera en la dinastía Sung (960-1297) que la gente común pudo adquirir representaciones artísticas de las deidades para sus puertas. La tecnología de la imprenta en bloques de madera hizo que fuera posible reproducir impresos del dios de la puerta en grandes cantidades y a precios accesibles.

Wei Tuo y Chieh Lan, Dioses de la Puerta del Budismo

Con el tiempo, esos impresos se convirtieron en populares decoraciones del Año Nuevo chino. Conforme crecía la demanda por los impresos, surgieron nuevos motivos creativos y apareció una vasta familia de dioses de la puerta. Algunos campesinos incluso se dedicaron a trabajar en esta artesanía.
El sentimiento de la libertad es uno de los atractivos del arte folklórico. Muchos artistas de los bloques de madera eran campesinos que hacían los impresos para ganar dinero extra después de terminar con las faenas de la cosecha. Ellos jugaron con los motivos y colores que les parecían más interesantes.
El resultado de esta creatividad fue la aparición de un amplio surtido de motivos en los impresos en bloque de madera de los dioses de la puerta. Entre las imágenes populares se encuentran dos funcionarios públicos que generalmente son considerados como una pareja apta para las puertas dobles. Se les representa sosteniendo objetos de buena suerte en sus manos, tales como un sombrero oficial chino, una copa de vino, o inclusive un venado.
Muchos objetos han sido escogidos como motivos de los impresos en bloques de madera debido principalmente a que sus nombres son homófonos de conceptos que simbolizan buen augurio.
Las diversas bendiciones impartidas por los diferentes caracteres muestran que las funciones de los dioses de la puerta se han expandido gradualmente de la expulsión de los demonios a promesas de riqueza, longevidad y felicidad.
Hoy, la selección de un dios de la puerta no puede usarse en forma indiscriminada ya que se cree que cada personaje tiene poderes diferentes. Por ejemplo, las imágenes de los dioses infantes de la puerta son aptas para las recámaras de los recién casados, mientras que la del dios buey de la puerta es apropiada para los establos.
Generalmente hablando, los dioses de la puerta usados en templos budistas son diferentes a aquéllos de los templos taoístas. En los templos budistas, los dioses de la puerta más comúnmente vistos son Wei Tuo y Chieh Lan, dos guardianes del Estado Bendito del Iluminado. Los cuatro Grandes Señores o Dioses Celestiales del Budismo se encuentran a sus costados, cada uno de ellos sosteniendo ya sea un instrumento musical, una espada, una sombrilla o una serpiente.
En los templos taoístas, tales como aquéllos dedicados a Matsu, diosa del mar, los personajes más populares que se pintan en las entradas son el Dios del Ojo de Mil Millas y el Dios del Oído de Viento.
Pero, no todos los templos chinos están adornados con dioses de la puerta. Por ejemplo, aquéllos dedicados a Confucio no tienen imágenes de personas en sus entradas. Esto tal vez tiene que ver con el hecho de que el Gran Sabio no habló acerca de la superstición, las deidades o los demonios.

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lunes, octubre 15, 2007

 

El Soberano Imperial Wen-chang: patrono estelar de los intelectuales

El Soberano Imperial Wen-chang, patrono de los intelectuales.

En los meses en que se realizan los exámenes de admisión universitaria , la nave trasera del Templo de Lungshan en Taipei se vió repentinamente invadida por una multitud de fieles con ofrendas poco usuales para esta época del año. En la nave trasera se veneran una gama de deidades menores que son patronos de diversos oficios. Desde el extremo derecho al izquierdo, se encuentran en fila diversos dioses que cubren de lo civil a lo castrense. Inicia el orden una deidad muy particular: el Soberano Imperial Wen-chang, patrono de las letras.

En el pasado, los letrados, eruditos y académicos en China veneraban a dos deidades: Confucio, considerado "maestro de los maestros"; y el Soberano Imperial Wen-chang. Ya desde épocas tempranas, Confucio fue consagrado por edictos imperiales y consecuentemente ha tenido templos dedicados a su memoria en todas las principales ciudades de China.

Sin embargo, Wen-chang no era reconocido oficialmente como deidad y por lo tanto, nunca tuvo un culto oficial. Siendo deidad del panteón taoísta, era venerado en el pasado dentro en los estratos más pobres de la sociedad. Por esa razón, sus orígenes están mezclados con leyendas y fantasías.

En la tradición taoísta, existe una serie de dioses y espíritus que son patrones de los literatos y académicos. El origen práctico de esta complicada relación mitológica fue el sistema de exámenes imperiales que existió en el pasado. El sistema era una forma segura de entrar en el servicio civil durante la época de las dinastías en China, y a la vez fue un mecanismo que permitió un permanente cambio social.

Entre estos dioses de la literatura sobresalen Wen-chang. En realidad, es una deidad cósmica y se considera que es la tercera estrella de la Constelación de la Osa Mayor. Existen varias versiones populares acerca de la posición estelar de la deidad. Una de ellas considera que Wen-chang es el nombre colectivo de las siete estrellas que conforman dicha constelación. La otra considera que Wen-chang es en realidad una designación general que agrupa a cinco deidades, que aparte del propio Wen-chang, incluye a Kuan-ti, Lu Tung-pin, Kuei-sheng y Chu-i, o Soberano de la Capa Roja. Según esta tradición, los cuatro últimos son ayudantes de Wen-chang y en conjunto forman el cuerpo de Wu Wen-chang o los cinco Wen-chang.

Resulta interesante observar que las otras seis estrellas de la Constelación de la Osa Mayor tienen nombres propios que reflejan su función como deidad: el General Supremo, General Asistente, Noble Primer Ministro, Controlador de los Destinos, Controlador del Medio y Controlador de la Riqueza.

Durante el reinado del emperador Jen de la dinastía Yuan (1279-1368), se otorgó a Wen-chang el título de "Soberano Imperial de Tze-tung". En el edicto imperial se especifica que la deidad es "Soberano Imperial Wenchang, promotor de la benevolencia y controlador de la riqueza que sirve como el origen e inicia la salvación". De esta forma, los espíritus de Wen-chang y Tze-tung fueron combinados en uno solo.

La referencia humana de la deidad la encontramos en el capítulo de Registro de Ritos de la obra Historia de la Dinastía Ming, donde se menciona que el nombre real de Wen-chang era Chang Ya-tzu, quien vivió en la dinastía Tsin Occidental (265-316), donde fue Ministro de la Corte. Chang era oriundo de Tze-tung, provincia de Szechwan y murió en combate.

Posteriormente, la gente construyó un templo en el Monte Chichu, cerca de su distrito natal, en su honor. El templo originalmente veneraba al Dios del Trueno, pero finalmente terminó adorando al "Dios de Tze-tung". Como se indicó arriba, éste y Wen-chang fueron combinados en una sola deidad por edicto imperial varios siglos después.

Según escasos registros históricos que se guardan acerca de Chang Ya-tzu, se sabe que era una persona muy fiel a su madre y que incluso cortó un pedazo de carne de su pierna para preparar una pócima que necesitaba su madre para curarse de una grave enfermedad. Se le atribuye también una existosa lucha contra una epidemia de peste que azotó al pueblo donde vivía. La tradición popular señala que Chang recibió una revelación mientras dormía cierta noche y obtuvo una fórmula medicinal para curar efectivamente a quienes padecían del mal.

Por esos méritos, se le atribuyen a Wen-chang las virtudes de la piedad filial y la benevolencia. La relación de esta deidad con los intelectuales y con los exámenes imperiales se remonta a la dinastía Sung (960-1279). En esa época surgió la leyenda de que Wen-chang había reencarnado 73 veces y siempre fue funcionario de alta jerarquía en la corte. Durante todas sus reencarnaciones, él fue un funcionario honesto y benévolo. En consecuencia, el Supremo Emperador del Jade, máxima deidad del panteón taoísta, lo nombró encargado de la lista de los futuros funcionarios de la corte.

Por esa razón, surgió la tradición que dura hasta nuestros días, donde las personas que van a presentar un examen suelen acudir a un templo donde se venera a Wen-chang para pedir su bendición y solicitar que sus nombres sean incluidos en la lista que tiene la deidad en sus manos.

En Taiwan, los templos de Wen-chang comenzaron a aparecer junto con el establecimiento de academias en la isla. Estas academias eran los centros escolares por excelencia durante la época imperial. Al entrar en la era republicana, el Gobierno reglamentó la educación y ordenó la creación de escuelas públicas y las academias comenzaron a desaparecer.

Actualmente, quedan alrededor de unos veinte templos dedicados a la deidad académica. Por lo general, son pocos los fieles que acuden a ellos. Sin embargo, se tornan muy animados en la época previa a los exámenes.

En Taipei, el único sitio dedicado a la devoción de Wen-chang es un pequeño templo semioculto dentro de un callejón de la Avenida Minsheng Oeste. A fines de junio e inicios de julio, muchos jóvenes de la ciudad capital acuden al templo acompañados de sus padres para hacer ofrendas y pedir por buenas calificaciones en los exámenes. El resto del año, muy pocas personas visitan el sitio.

En realidad, hay otros dos sitios donde uno puede ir a venerar a la deidad estelar. Al inicio mencionamos al Templo de Lungshan, dedicado a Kuanyin, Diosa de la Misericordia. Allí, en la nave trasera hay un nicho dedicado a Wen-chang.

El otro sitio, el Templo de Kuantu, está ubicado en las afueras de la ciudad. Es fácil llegar al mismo a través de la ruta Tamsui del Sistema de Transporte Rápido en Masa. El templo en sí es una imponente estructura situada en el pueblo de Kuantu, y es un sitio muy visitado por fieles y turistas. Entre las muchas deidades budistas y taoístas que se veneran allí, se encuentra un altar dedicado a Wen-chang.

Todos los sitios donde se venera a Wen-chang se tornan bulliciosos el tercer día del segundo mes del calendario lunar, cuando se celebra el cumpleaños de la deidad protectora de los intelectuales.

Aparte del incienso, los fieles suelen llevar ofrendas de cebollinas, apios y nabos. Las primeras dos verduras son homófonas de inteligencia y dedicación, mientras que el nabo simboliza un buen inicio. En la época de exámenes, los interesados presentan también una fotocopia de sus respectivas tarjetas de identificación de examinados para asegurarse que el dios no se equivoque de persona al momento de confeccionar la nueva lista de los que aprobarán las pruebas.

No sólo llegan al templo los estudiantes, sino también personas que aspiran a la carrera pública o funcionarios de menor jerarquía que desean ascender de posiciones. El sistema del servicio civil en Taiwan funciona con una eficiente serie de exámenes que califican para los diferentes cargos en la administración pública. De nuevo, Wen-chang juega un papel clave al ser el encargado de regir los destinos de los funcionarios públicos.

En tiempos pasados, la religión desempeñó un papel fundamental en la diferenciación social en China. Esto se comprueba con el culto al Soberano Imperial Wen-chang. Los intelectuales, que en el pasado ocupaban una alta posición económica y social, tenían una cosmovisión más racional y por ende, eran menos supersticiosos. En consecuencia, éstos solían venerar a Confucio.

Sin embargo, el ciudadano común que aspiraba a una mejor posición social, procuraba asegurar cualquier ayuda positiva que pudiera cambiar su suerte. Así, se popularizó el culto a Wen-chang y aparecieron templos dedicados al patrono de las letras.

En algunas familias, especialmente las que tenían muchos hijos, se solía venerar a Wen-chang junto con otros dioses más populares en el altar de la casa. También suelen rendirle culto familiar aquéllos que se dedican a los negocios relacionados con la educación, como serían librerías, escuelas suplementarias, papelerías, etc.

En Taiwan, la devoción a una determinada deidad suele dar indicios de cuál es la profesión de una persona. Y ésto se comprueba también en el culto al protector de los literatos y académicos.

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